En este capítulo, la protagonista enfrenta la ruptura de su testimonio personal y sus principios morales al planear una escapada de fin de semana con su novio Victor. Con la ayuda de su amiga Paula, convence a sus padres para que le permitan ir a una finca bajo el pretexto de una reunión familiar, pero la mentira empieza a pesarle, especialmente cuando experimenta alucinaciones que reflejan su culpa.
Después de que los planes iniciales fallan, una nueva oportunidad surge para que ella y Victor pasen tiempo juntos en un lugar llamado «El Chorro» con Paula y su novio Julián. A pesar de las advertencias de su madre y las responsabilidades con su líder espiritual Carmen, la protagonista se siente atrapada entre sus deseos personales y sus obligaciones religiosas. La presión de la situación la lleva a un dilema donde debe decidir entre seguir adelante con sus planes impulsivos o cumplir con sus compromisos espirituales y morales.