En el capítulo 16 de «Amada,» titulado «Silencio,» la protagonista se enfrenta a una intensa introspección y a las primeras etapas de enfrentar las consecuencias de su embarazo no planeado.

Después de realizarse la prueba de embarazo y confirmar sus temores, la protagonista experimenta un profundo sentimiento de vergüenza. Al salir del baño, evita el contacto visual y se va de la casa de Tamar sin decir mucho. La caminata que emprende le sirve como un escape momentáneo, aunque la soledad y la ansiedad la persiguen. Sabe que debe enfrentarse a sus padres, a Víctor y a su comunidad, pero no tiene las palabras ni el coraje para hacerlo en ese momento. La vergüenza y la culpa la abrumaban, especialmente por lo que representaba como una joven creyente evangélica que había hablado en contra de los mismos pecados que ahora enfrentaba.

Al llegar a casa, encuentra que sus padres no están y se refugia en su habitación, donde finalmente se derrumba en llanto y cae dormida. Al despertarse, se da cuenta de que ha pasado la noche con la misma ropa, sin haber tocado su celular. La percepción de su abdomen cambia al darse cuenta de que lleva una vida dentro de ella, un pensamiento que la llena de temor y tristeza. Las preocupaciones sobre el futuro de su bebé y el rechazo potencial de Víctor y su familia la paralizan.

Con su celular finalmente encendido y cargado, la protagonista se ve abrumada por mensajes y llamadas perdidas de amigos y Víctor. Aunque todos están preocupados por ella, su vergüenza la mantiene aislada. A la mañana siguiente, la rutina de su hogar sigue como siempre, con su madre en la cocina y su padre escuchando la radio. Sin embargo, la protagonista se siente profundamente sola, solo acompañada por su creciente ansiedad y su bebé no nacido.

Mientras llueve afuera, un reflejo de su estado emocional, su madre la llama a desayunar. Para evitar preguntas y preocupaciones, sale de su habitación con la misma ropa del día anterior. Al notar esto, su madre le pregunta si piensa ir a la universidad así, y la protagonista simplemente le dice que no va a ir, dejando a su madre asumiendo que es por el aguacero. De vuelta en su habitación, ve que sus compañeros han terminado el proyecto sin ella, asegurándole que no se preocupe. Finalmente, revisa los mensajes de Víctor y, con un sentimiento de enojo y desesperación, le envía un mensaje: «Tenemos que hablar.»

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