En este capítulo, tras llegar a casa y despedirse de Paula, quien se va dejándome un vacío, me encuentro con Víctor, angustiado y fumando afuera. Entramos juntos y descubrimos a mis padres esperándonos. Mi madre, visiblemente decepcionada, me recuerda que la confianza se gana y se pierde, mientras que mi padre, avergonzado, solo baja la cabeza. La madre de Víctor, Sonia, también está presente y nos recrimina por no haber atendido sus advertencias sobre el embarazo.
Sonia expresa su descontento con la situación y critica la hipocresía de quienes se muestran espirituales pero no actúan en consecuencia. Mi padre, asumiendo la seriedad del momento, pregunta qué vamos a hacer. Sonia exige que nos casemos y asumamos nuestra responsabilidad, dejando claro que no quiere vernos en su casa si no cumplimos.
Víctor, sin disculparse ni ofrecer apoyo, se despide y se va. Me siento increíblemente sola y vacía, consciente de que nada queda oculto. Mi madre, afectada, sube a su habitación, mientras que mi padre, antes de irse, me consuela diciendo que todos cometemos errores y merecemos perdón, recordándome que sigo siendo su hija.
Este capítulo aborda temas como la responsabilidad, la decepción familiar y la búsqueda de perdón en medio de una situación complicada.